“La Madre de Dios, que buscó afanosamente a su hijo, perdido sin culpa de Ella, que experimentó la mayor alegría al encontrarle, nos ayudará a desandar lo andado, a rectificar lo que sea preciso cuando por nuestras ligerezas o pecados no acertemos a distinguir a Cristo.”
Ofrezcamos hoy a nuestra madre, la Virgen María: Volver a Jesús cada vez que sintamos que lo hemos perdido a causa de nuestro alejamiento.
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