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miércoles, 7 de julio de 2010
Virgen María, dame un corazón semejante al tuyo, firme en sus afectos e inquebrantable en su fidelidad.
Un corazón afectuoso que irradie ternura serena y no rehúse entregarse a los demás.
Un corazón delicado capaz de poner amor en los pequeños detalles y en los humildes servicios.
Un corazón casto, que viva en la carne sin mancharse de torpezas.
Un corazón abierto de par en par, que se goce con el gozo de los demás y que sepa beber la copa del dolor.
Un corazón dulce y bueno, que no condene a nadie y no se canse nunca de perdonar y de amar.
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